Capítulo 4: Coordenadas teóricas

El gobierno de todos y de cualquiera

J. Ranciere

We reject kings, presidents and voting. We believe in rough consensus and running code

Internet, Engineering Task Force

Metas

El sistema político actual ha demostrado limitaciones estructurales para avanzar hacia un modelo de desarrollo socialmente justo y realmente democrático. Resulta, por tanto, necesario, si no inevitable, poner en marcha nuevos modelos, tecnologías y mecanismos democráticos.

De hecho, ya vivimos un proceso de transformación del funcionamiento del sistema político como resultado de la irrupción de nuevos movimientos sociales y formaciones políticas, el incremento del uso de las tecnologías de la información y la comunicación, la consolidación de nuevos grupos sociales o la aparición de nuevas demandas, entre otros factores.

La Red de Comunes Democráticos (Democomunes) se constituye para generar, experimentar y compartir nuevos modelos y recursos para la democracia, a través de códigos abiertos y comunes, que promuevan y posibiliten una sociedad activa, capaz de construir y practicar nuevas formas democráticas. La red aspira a producir nuevas gramáticas escritas en código tecnopolítico (código tecnológico, legal, organizativo, práctico, discursivo...) que contribuyan a redefinir, rehacer y extender los sentidos y prácticas de la democracia en todas las esferas de la vida y de lo social.

Nuestra propuesta se apoya en la idea de “lo común” como principio político (entendido como práctica instituyente de espacios, procesos y recursos accesibles universalmente y controlados por todas las personas que componen un colectivo, una esfera "pública no-estatal" definida por la participación) y en “los comunes” como espacios y recursos instituidos conforme a este principio y práctica (Laval & Dardot, 2015). La red de comunes democráticos trabaja para producir comunes (software, conocimientos, modelos organizativos, etc.) que faciliten y amplien la institución de lo común. Lo común conecta, a su vez, con prácticas instituyentes de una democracia radical, horizontal, abierta, distribuida, y compartida. Lo común es condición central de formas plenas de vida en comunidad: es constitutivo, constituyente y excedente de la comunidad.

En este sentido, lo común aparece como una lógica de pensamiento y acción capaz de ir más allá de las formas de organización hegemónicas (centralizadas, no democráticas, etc.), proporcionando nuevas reglas en las esferas política, social, económica, mediática y ecológica. Desde la Red de Comunes Democráticos promovemos la búsqueda de nuevas prácticas en conexión con las ya existentes, con vocación de permanecer en constante experimentación, evaluación y deliberación colectiva que nos permita avanzar democráticamente en la mejora de la calidad democrática.

Las prácticas de commoning son el hacer (poiesis) y actuar (praxis) de acuerdo a unos objetivos compartidos, a partir de los cuáles se define y corporiza la comunidad. Estas prácticas basan y se basan en formas democráticas y cooperativas de autogobierno, que persiguen a la vez que posibilitan la gestión directa de los espacios y bienes compartidosy la reproducción social en todas sus esferas, garantizando así la vida de la comunidad.

El proceso que iniciamos se sustenta en y promueve la autonomía social, en la participación e implicación ciudadanas y sus múltiples manifestaciones colectivas. Así, reconocemos y promovemos en la sociedad su capacidad de pensar libremente, reflexionar y articular normas e instituciones propias, poner en duda las existentes, tomar decisiones y asumir la responsabilidad por las mismas. Una sociedad basada en una distribución justa e igualitaria del poder, bienes y recursos con capacidad de influir en las cuestiones que afectan a sus vidas.

En este contexto, consideramos que esta autonomía ha de ser compatible con el ejercicio de una participación abierta, igualitaria e inclusiva que reconozca y favorezca la diversidad y singularidad de las personas y puntos de vista. Por ello, promovemos su implementación a través de mecanismos de colaboración accesibles y asequibles que busquen compaginar todo tipo de conocimiento popular, académico, existencial, emocional y experimental. A su vez, defendemos la inclusión de todas las personas independientemente de su origen étnico, estatus social, género, creencias, condiciones físicas, intelectuales o sensoriales. De igual forma, fomentamos la pluralidad como un activo social con capacidad de favorecer la innovación en la la generación de perspectivas colectivas, solidaridad mutualista y la tolerancia, el respeto mutuo y la legitimidad en las decisiones adoptadas.

Modelos y referentes

Las nuevas formas (y recursos) para la democracia promovidas por Democomunes resultan de la conexión, construcción y conflicto entre política y tecnología. Estas formas no parten de cero, sino que combinan prácticas tradicionales y transformadoras, junto a formas clásicas e innovadoras. En torno a ellas emergen subversiones e imaginación política, formas que desbordan y se desbordan, con raíces históricas y geográficas muy diversas. Al ser una red diversa y descentralizada, no todos sus miembros trabajan bajo unas coordenadas idénticas, aunque los espacios de coincidencia son muchos, suficientes para encontrar y crear un espacio común.

La más clásica de las formas democráticas en Occidente, la de la democracia directa , tiene un lugar preeminente entre los referentes o modelos de la red. Recurriendo a la definición estándar, por "democracia directa" entendemos una forma de gobierno en la que el poder de decisión en un colectivo es ejercido por todos sus miembros, sin intermediarios (wikipedia).

Esta forma clásica está en tensión (a menudo, por su potencial emancipatorio) con la forma típica de sistema político en la modernidad: la democracia representativa, siendo una preocupación común en la red, las limitaciones y fallas de esta forma de democracia. Por "democracia representativa" entendemos un sistema político en el que "el titular del poder político (el soberano) no ejerce éste por sí mismo, sino por medio de representantes" (wikipedia). Dejando al margen las potenciales contradicciones de esta fórmula (p.ej.: el hecho de que el soberano o su voluntad puedan ser representados---para Rousseau, esto último no es posible) que problematizan . La representación política moderna, con sus múltiples sentidos (1), se ve cuestionada y transformada por las posibilidades ofrecidas por las TICs, que, entre otras innovaciones, permiten su hibridación con la democracia directa (ej.: Liquid democracy, demo4.0).

Además de a la democracia directa y las múltiples combinaciones entre democracia representativa y directa, Democomunes orienta su actividad a potenciar nuevas formas de participación política. Desde los años 60 han surgido movimientos (empezando por el Movimiento de los Estudiantes para una Sociedad Democrática y su declaración de Port Huron) que han reclamado la necesidad de transformar las sociedades occidentales mediante la participación. En su definición estándar, la idea de democracia participativa apela a un "modelo político que facilite a la ciudadanía su capacidad de asociarse y organizarse de tal modo que puedan ejercer una influencia directa en las decisiones públicas" (wikipedia). En su versión clásica, Benjamin Barber (1984: 113) definía la democracia fuerte como una forma distintivamente moderna de democracia participativa. Se apoya en la idea de una comunidad de ciudadanos autogobernada, ciudadanos que están unidos menos por intereses homogéneos que por la educación cívica, y que llegan a ser capaces de tener propósitos y acciones comunes por virtud de sus actitudes cívicas e instituciones participativas, más que sobre la base de su altruismo o buena naturaleza. Esta idea presupone, o incluso depende, del pluralismo y conflicto social que caracteriza las sociedades modernas. En su sentido pleno el participar (en latín "pars capere", "tomar parte") apunta a un modelo de relación en el que los miembros de un determinado colectivo "toman parte" y lo hacen en tanto que iguales y pares (inter pares). En los modelos fuertes de participación (Pateman, 1976), ésta no se limita al ámbito moderno de "la política", el estado y lo público, sino que involucra también otras esferas, entre ellas, y fundamentalmente, la economía. Democomunes aspira a construir en abierto las condiciones tecnopolíticas que potencien este tipo de participación en múltiples esferas sociales, algunas, como la mediática (2) o la económica (3), resultan particularmente relevantes en el contexto de las sociedades actuales.

Otro referente central para la red es el modelo de democracia deliberativa (particularmente, en sus versiones más “participativas”), que se opone a una concepción agregativa de la democracia. Según la visión agregativa de la democracia, presente en muchas implementaciones de los modelos mencionados previamente (especialmente, el liberal-representativo), las preferencias e intereses de los actores pasan a formar parte de la esfera pública como variables fijas (4). En el modelo deliberativo sucede lo contrario: la conformación de preferencias y, sobre todo, la elaboración de propuestas de verdadero interés público, debe tener lugar de manera colectiva e intersubjetiva, y ser resultado de diálogos o debates que sean plurales, inclusivos, abiertos y accesibles a todos y todas. La democracia deliberativa aparece a menudo combinada tanto con modelos representativos como, más frecuentemente, participativos. En autores como Habermas (1994), esta visión se conecta con la imagen de una sociedad descentralizada en la que el diálogo es un elemento clave de toda política emancipatoria.

En tensión con esta visión deliberativa se encuentra otro referente para la visión democrática de la red: la propuesta agonista defendida, entre otras autoras, por Chantal Mouffe (2005). En este modelo la clave de la política democrática consiste en transformar el antagonismo (lo político, como dimensión básica de lo social) en agonismo (política institucionalizada), en transformar a actores que pudieran considerarse enemigos--esto es, sujetos que, de acuerdo con la definición Schmittiana, pueden matarse entre sí-- en adversarios--esto es, enemigos legítimos, cuyo derecho a defender sus ideas no se discute y que comparten una adhesión a principios ético-políticos de la democracia liberal como la libertad o la igualdad. Según Mouffe, es en torno al significado y la implementación de estos principios donde se abre la diferencia agónica que constituye la democracia, y que a menudo no puede tamizarse mediante la deliberación. Es en la construcción de subjetividades, de pasiones, prácticas y lenguajes (y en la construcción de las condiciones que los alimenten), más que en las razones legitimadoras o en la deliberación, donde se juega el futuro de la democracia.

Una de las líneas centrales de la red consiste en conectar los referentes mencionados con la tecnopolítica. Utilizamos este término para agrupar diversas conexiones prácticas entre política y tecnología. La relación entre democracia y tecnopolítica puede declinarse, al menos, de dos modos: la primera, que podríamos denominar "tecnopoliticización de la democracia", pone el foco en la democracia como una arena de construcción y conflicto social en la que las prácticas conectadas con la tecnología ocupan un lugar cada vez más central. La tecnología y las prácticas asociadas con ella operan, en este caso, como condiciones de posibilidad, cuestionamiento y transformación de un número creciente de formas y prácticas democráticas. Esto genera, entre otras cosas, lo que habitualmente se conoce como democracia digital (Hacker & Van Dijk, 2000) pero no se reduce a ella, sino que afecta a esferas cada vez más amplias de lo social. Por otro lado, la segunda declinación, que podríamos denominar "democratización de la tecnología" (Sclove, 1995; Winner, 1986) o "demo-tecnopolítica", pone el foco en la tecnología como arena de construcción y conflicto, estos es, como un campo de batalla social y político, necesitado de cuestionamiento y democratización. En este sentido, la red no fetichiza la tecnología digital, sino que busca implementar la idea y la práctica de un "gobierno de todos y de cualquiera" en el ámbito de las infraestructuras técnicas y tecnológicas (códigos, lenguajes, máquinas) que estructuran el poder social. Ambas declinaciones conectan con nuevas prácticas, derechos y virtudes (Winner, 1992). En ambos casos, los modelos democráticos de referencia pueden ser varios, tantos, de hecho, como los alistados más arriba.

Entre las coordenadas teóricas de la red se incluyen no solo diferentes modelos democráticos sino también categorías que permiten agruparlos. Este es el caso de la tradicional de la distinción entre modelos procedimentales y sustantivos. Por ejemplo, aunque buena parte de los trabajos de la red están orientados a investigar y diseñar los formatos y las condiciones de nuevos procedimientos democráticos, estos conectan con valores y axiologías, es decir, con visiones y versiones sustantivas de la democracia. Sin embargo, como comentamos más arriba, estas visiones varían de unas participantes de la red a otras.

Como contraste, un punto de encuentro consiste en considerar la democracia como una realidad dinámica. Por "dinámica" entendemos que la democracia es capaz de transformar sus estructuras (el término griego "dynamis", del que procede, puede traducirse como "potencia", "potencial", "capacidad", e incluso "posibilidad", que podríamos contrastar con las versiones más estáticas del "poder"). Esto hace de las prácticas democráticas algo "adaptable" en tanto las transformaciones de la dynamis sirven para adecuarse a situaciones diversas, y "escalable" en tanto se articulan en múltiples niveles de población y de complejidad estructural. Esta idea de la democracia como realidad dinámica, adaptable y escalable conecta con la descripción de John Dewey (1927, 1939) de la democracia como creatividad, experimento y experiencia. También conecta con la deriva reflexiva de las instituciones modernas en la última parte del siglo XX (Beck et al., 1994). Podría decirse que la democracia es reflexiva, y que lo es más o menos, en la medida en que institucionaliza, construye y actualiza su capacidad para operar sobre sí, para analizar, evaluar y transformar críticamente tanto sus estructuras como sus consecuencias.

Medios

Alcanzar las metas mencionadas requiere medios (5). A continuación, enumeramos algunos medios de particular relevancia para la red (6).

El medio central sobre el que trabaja la red (ver glosario), tanto interna como externamente, son las TICs. Como han insistido diferentes narrativas desde el XVIII, del "homo faber" de Benjamin Franklin a los estudios de Bruno Latour o Donna Haraway, la tecnología (ver glosario), en sus múltiples formas, es indisociable de las formas de lo humano mismo. Internet (ver glosario) se ha convertido, en este sentido, en un medio y símbolo capital esta asociación desde finales del siglo XX. La emergencia de la sociedad red y el informacionalismo (o capitalismo de la información---véase Castells 1996) como forma central de producción inaugura nuevas posibilidades y problemas para la política y la democracia. Las posibilidades van desde las formas más limitadas de la llamada "democracia digital" (Hacker & Van Dijk, 2000; Fuchs, 2008) a las más creativas expresiones de la tecnopolítica en movimientos como el 15M (Toret et al., 2015).

En estas sociedades crecientemente digitales e hipertecnologizadas, las desigualdades e injusticias económicas, políticas y sociales son tan numerosas como siempre. En un contexto de explotación, expropiación, opresión y negación de derechos, el conflicto (ver glosario) es tanto una situación extendida como una práctica y dispositivo de transformación. Articular los conflictos sociales mediante nuevas formas tecnopolíticas es un reto central hoy. En este sentido, la mediación sociotécnica, la intervención de actores humanos y no humanos que faciliten esta articulación, es clave. Como señalábamos más arriba al mencionar el modelo deliberativo y sus diferencias con el agonista, hay diferentes visiones del tipo mediaciones necesarias, que pueden ir de la deliberación racional a la movilización discursiva de pasiones democráticas. Medios que van del diálogo político (ver glosario) a la pedagogía social crítica (ver glosario) pueden contribuir a cubrir diferentes aspectos de la construcción común de nuevas formas de democracia. Las TICs resultan, con sus múltiples posibilidades y límites, resultan clave en ambos casos.

Pero, a menudo, estos nuevos dispositivos y procesos tecnopolíticos para la democracia no existen. Por ello, la innovación sociotécnica (ver glosario) ha de situarse en el centro de la (re)construcción de la democracia hoy: experimentar con nuevos prototipos, dispositivos y procesos, a diferentes escalas. Esto implica concebir la democracia como ensayo y experimento (ver glosario), como exploración y transformación colectiva y participativa de la vida en común.

Dicha innovación requiere investigación (y desarrollo) a corto, medio y largo plazo. Esta investigación se orientaría a construir marcos teórico-discursivos y narrativos para las nuevas formas de democracia, diseñar prototipos y ensayos capaces de materializarlas y testearlas, y modelos analíticos basados en datos capaces de interpretarlas y mejorarlas. Todo ellos, siguiendo formatos de investigación-acción, abierta y participativa que encarnen algunas de sus características.

Los conceptos a la hora de orientar esta innovación son diversos. Un concepto clave para el 15M, que lo es también para la red, es el de inteligencia colectiva, la capacidad de un colectivo---que incluye, fundamentalmente, personas y tecnologías---de construir conocimiento, visiones y decisiones de manera colaborativa y creativa. Esta inteligencia moviliza y amplía el conocimiento social (ver glosario), y se construye sobre la base de la memoria social (ver glosario) de ese colectivo. Catalizar la inteligencia colectiva de la sociedad es un punto clave a la hora de construir una democracia del y en común.

En conexión directa con la cuestión del conocimiento surge la cuestión de la voluntad colectiva. En realidad, ambas emergen conjuntamente y coevolucionan en los procesos democráticos. En este caso, el control y la participación directa ciudadanas (ver glosario) sobre las instituciones y procesos de gobernanza (ver glosario), la autoorganización (ver glosario), así como las prácticas del procomún son medios para catalizar la autonomía social, antes y más allá del Estado y el capital y, de esta forma, sientan las bases de una democracia real.

Notas

  1. Los sentidos o aspectos de la representación (en latín "re-praesentare", "volver a presentar" algo que no está presente) son múltiples: la representación puede ser entendida, al modo de Hobbes, como “autorización”---un ejemplo sería el de la cliente que autoriza a su abogado a representarla---; un segundo sentido, subrayado para contrapesar el anterior, es el de la responsabilidad (accountability)---por seguir con el ejemplo, en este caso la cliente puede despedir a su abogada en función de su desempeño; un tercer sentido es el de la descriptividad (descriptiveness)---el argumento, en este caso, es el de que los representantes o el parlamento en su conjunto debe asemejarse, en términos de opinión, intereses, estatus, origen étnico, género, etc. a sus representados; el cuarto sentido es el simbólico---el ejemplo paradigmático, en este caso, es el presidente, que, de modo similar a lo que ocurre con la bandera, opera como símbolo de la nación---; finalmente, el quinto sentido, es el de la responsividad (responsiveness)---éste es el caso, la representante atiende y responde a las demandas y problemas de sus representadas. Según Pitkin, mientras que en los primeros cuatro sentidos prima el hecho de que los y las representantes “están por”, es decir, sustituyen, a los y las representadas, en el último caso, “actúan por” ellos y ellas.
  2. Para que exista Democracia Participativa, un híbrido entre la representativa y la directa, es fundamental la Democracia Mediática, con un enfoque distributivo al igual que el de la toma de decisiones mediante la Democracia Participativa, pero también de libertad, pues se carece de esta si no se cuenta con la libertad de pensamiento de un panorama en el que la hegemonía mediática no sea la propiedad colonizada de unos cuantos conglomerados corporativos en mano de unas pocas familias acaudaladas. En materia mediática existe la propuesta esbozada inicialmente en el 15M de Toma La Tele, que con los medios tecnológicos actuales permitiría distribuir la capacidad de la ciudadanía de conformar sus propios canales televisivos a través de Internet y extenderlos generacionalmente a la TV.
  3. Para que exista Democracia Participativa, un híbrido entre la representativa y la directa, es fundamental la Democracia Económica, con un enfoque distributivo al igual que el de la toma de decisiones mediante la Democracia Participativa, pero también de libertad, pues se carece de esta si no se cuenta con el sustento asegurado que permite a la ciudadanía la participación política. En materia económica existe la propuesta visibilizada inicialmente por el 15M de la Renta Básica Universal unida a una modificación del sistema de IRPF y lucha contra la evasión fiscal.
  4. Se considera que una persona no va a las urnas a cambiar de opinión, ni a contrastar con otras o a construir colectivamente un acuerdo, sino a expresar una preferencia ya fijada previamente y que permanece inalterada durante el procedimiento democrático.
  5. Los "medios", en este caso, deben entenderse más allá del concepto-metáfora de la "herramienta", esto es, no como conectores neutrales entre dos puntos, A y B (p.ej.: el estado de cosas actual y la meta deseada), sino en tanto que portadores de fines (esto es, en tanto que medios-fines---véase Latour, 2002) y en tanto que entornos (p.ej.: los medios en tanto que "medio ambiente") que, a menudo, al transformar la realidad, nos transforman a nosotros y a nuestros fines.
  6. Conforme a lo que acabamos de apuntar, la mayoría de ellos pueden situarse en un continuo en el que el "medio" y la "meta" (o el "fin") son polos, en ocasiones, difíciles de distinguir, una distinción que depende de numerosos factores, entre los que se encuentra la disposición de los agentes implicados.

Bibliografía

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